ESCUELA VIRTUAL CUMBRE URBANA

MÓDULO 1 SESIÓN 3.

TERRITORIO Y TERRITORIALIDAD.

Definir un concepto o elaborar una idea de lo que es el territorio parece una tarea menos que difícil. Cada quien se siente parte de uno. Todos y todas pueden trazar una delimitación de sus territorios, aunque esta naturalmente resulte difusa, y aun así, eso no es un inconveniente para reconocerlo como tal. También, todas las personas transitan hacia otros territorios; en sus viajes a otros lugares o, incluso, en la misma ciudad se percibe el llegar a esos otros espacios. En general, el territorio es una idea asociada a características especiales propias de un lugar, pero también a representaciones y símbolos que le son correspondientes a este. Por lo cual, un concepto de territorio siempre estará vinculado a dos elementos: su realidad material (organización espacial) y su sentido simbólico (Córdoba, 2012).
En la academia -como en la política- el concepto de territorio ha sido trasplantado desde la eto-biología [1] hacia las ciencias sociales, particularmente la geografía. Así, el territorio se asume como el espacio defendido por los animales (humanos y no-humanos) para su protección, para garantizar su reproducción en condiciones óptimas, pero también para controlar los recursos indispensables para su supervivencia. De esta manera, el territorio aparece como un área geográfica delimitada por la permanencia de individuos que comparten ciertos rasgos o intereses y que, debido a ello, es susceptible de excluir de este espacio a otros individuos que no representan tales semejanzas. Sin embargo, esta noción de territorio puede resultar insuficiente o confusa porque asume la interacción entre individuos a partir del conflicto y la exclusión. Pero es precisamente el territorio un espacio de relaciones, sí de conflicto, pero también de complementación y de cooperación. Veamos cómo y porqué.

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